Hoy en día es posible identificar una población cuyas características la hacen especialmente vulnerable, obstaculizando su participación en la sociedad. Es el grupo al que se identifica como “personas con discapacidad” que, en el mejor de los casos, es considerado como aquel que posee una gran dificultad para ser parte del sistema por diversas cuestiones, tanto físicas como psicológicas o cognitivas, dimensiones intrínsecas de cada persona.
A lo largo de los siglos se han ido superando distintos paradigmas y concepciones sobre la participación del colectivo en la sociedad, y si bien resulta factible reconocer que se está recorriendo un proceso de aceptación e inclusión, aún quedan restos de modelos desactualizados y anticuados, persistiendo hoy día algunos rasgos de exclusión en sectores de educación, socialización y trabajo formal, por lo que la desigualdad en derechos aún está presente.
Es imprescindible formar profesionales que sean agentes de inclusión, y brinden los apoyos que cada individuo necesite, en el marco de la dignidad humana y el respeto de sus derechos para lograr su más plena realización. De hecho, no se trata solo de ofrecer oportunidades, sino de valorar el aporte único e irrepetible de cada persona. Esto se debe entender desde quien cuenta con menos recursos para desenvolverse autónomamente o con mayores deficiencias aparentes en su desempeño diario. También, para que dichos profesionales sean capaces de proponer soluciones y apoyar de manera eficiente e inclusiva, a fin de promover un cambio a nivel cultural y espiritual, trascendiendo de valores aún presentes en la sociedad que tienden a fomentar y profundizar la exclusión.
Según la UNESCO, la inclusión es un enfoque que responde positivamente a la diversidad de las personas y a las diferencias individuales, entendiendo que la diversidad no es un problema, sino una oportunidad para el enriquecimiento de la sociedad, a través de la activa participación en la vida familiar, en la educación, en el trabajo y en general en todos los procesos sociales, culturales y en las comunidades. Para poder abordar este cambio cultural también es fundamental comenzar por el trabajo con las familias, quienes son el principal núcleo de contención y apoyo para la persona con mayor dependencia, y superar así las principales barreras para el desarrollo pleno de cada persona.
Esto da cuenta de la necesidad que implica abordar las necesidades individuales con un enfoque integral y sistémico, que permita apuntar a un desarrollo sano y pleno de la persona según el grado de vulnerabilidad en su autonomía.
Incluye actividades asincrónicas para que vos puedas elegir en qué momento estudiar.
4 encuentros sincrónicos online. Fechas por confirmar.
Las actividades dentro del aula virtual son asincrónicas, es decir, el alumno decide en qué horario acceder. Se estima un tiempo de estudio de 8 horas a la semana.
Profundizar en los principios ontológicos que fundamenta la dignidad personal y los Derechos Humanos Universales.
Reafirmar la radical dimensión familiar humana.
Proponer un abordaje que considere a la persona como sujeto de derechos, con capacidad de tomar decisiones y controlar su vida, y a la familia como parte intrínseca de su vida.
Brindar herramientas para un acompañamiento que favorezca la mejor versión de cada persona y el desarrollo integral de la persona en la comunidad.
Proponer un enfoque basado en una experiencia satisfactoria de la persona sobre su vida.
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